Manual Parroquial de los Santos
Mi querida familia de San Pío X y San Leonardo,
Ha llegado el momento de discernir un nuevo patrono parroquial cuyo nombre se mantendrá como el nombre oficial de nuestra parroquia unificada. Creo que éste es realmente un momento especial en la historia de nuestra parroquia porque se basa maravillosamente en nuestra historia y legado. Al mismo tiempo nos da la oportunidad de forjar una ruta hacia el futuro. Los nombres de las parroquias siempre han sido importantes en Chicago. Las familias de Chicago han utilizado durante generaciones el nombre parroquial como su identidad. Aún en nuestra época cada vez más secular, deseamos que nuestras iglesias se conviertan en centros de transformación comunitaria.
Lo que sucede cada día en nuestras parroquias cambia la vida de las personas. Queremos que las generaciones futuras recuerden el nombre de su parroquia con gratitud por todo lo que Dios ha hecho por ellos aquí. Nuestros dos campuses, así como los dos templos, conservarán sus nombres históricos (St. Pius X y St. Leonard) como reconocimiento del impacto significativo que estos lugares han tenido en nuestra comunidad durante los últimos casi cien años. Pero el 1 de julio de 2022, el día en que nuestras parroquias se unieron, dio a luz algo nuevo en la vida de la Iglesia Católica en Stickney y Berwyn. Al mirar hacia el futuro, ponemos esta nueva era, junto con su misión, bajo la protección e intercesión de los santos, y nos esforzamos por seguir su ejemplo en la búsqueda de santidad.
En los últimos seis meses, recopilé comentarios de diferentes grupos y líderes parroquiales y solicité algunas ideas sobre el nombre de la parroquia. El mes pasado, ofrecimos un retiro Cuaresmal para despertar nuestra conversación en serio y propuse algunos nombres de santos y sus historias para ayudarnos a comenzar a andar este camino. Durante los días iniciales de la Pascua, reunimos nominaciones adicionales de la comunidad parroquial más amplia de otros santos que podríamos considerar. Presentamos todos esos nombres a nuestro equipo de unificación y a nuestro personal, probamos algunas de las historias con nuestros niños de la escuela y los programas de educación religiosa, y llegamos a una lista final de seis nombres que nos gustaría proponer para su consideración final. Una vez que hayamos llegado a nuestras tres propuestas principales, las enviaremos al Cardenal Cupich y al consejo presbiteral. Después de que hayan tenido la oportunidad de conversar, llegarán a una decisión final y nos informarán de nuestro nuevo nombre.
Aunque el cambio es difícil, igual puede ser emocionante. Espero que la perspectiva de enamorarse de otro testigo fiel de Jesucristo, la cercanía que podamos sentir con otro amigo de Dios durante nuestro camino hacia el cielo, y la oportunidad de tener otro intercesor para nuestra parroquia y nuestras familias sea tan emocionante para ustedes como lo es para mí. Por favor, oren por este proceso y pidan a toda la comunión de los santos, junto con el Espíritu Santo, que nos guíen suavemente para cumplir más perfectamente la voluntad de Dios.
P. Bobby Krueger
Oración al Espíritu Santo para que nos Guíe en nuestro Nuevo Nombre:
Ven, Espíritu Santo. Impulsaste a Abram a salir de su tierra natal a un nuevo lugar, otorgándole el nuevo nombre “Abraham” para que llegara a ser padre de una multitud. Como Sarai fue dócil a tus movimientos y acogió a Isaac, el hijo de la promesa, le cambiaste el nombre a Sara para reflejar su nueva misión de madre. Tú inspiraste en Simón la gran confesión de fe en Jesús como el Cristo que le valdría el nuevo nombre de Pedro y lo consolidaría como roca de la Iglesia. Y colmaste al gran perseguidor Saulo con la gracia de la conversión de tal manera que sería para siempre conocido en la historia cristiana como Pablo, el gran Apóstol, consumido siempre por un ferviente amor por Cristo. Ven a nosotros ahora, O Espíritu Santo, y guía nuestros pasos mientras discernimos el nombre y el santo patrón parroquial que Dios desea para nuestra familia parroquial. Ayúdanos a escuchar en el testimonio de los santos la sed del amor divino que nos inspirará a nosotros y a las generaciones futuras a la firme búsqueda de la santidad. Ábrenos a su intercesión celestial, y condúcenos a aquel cuyo nombre llevaremos como comunidad. Te encomendamos esta causa especial mientras inspiras a nuestro Cardenal Arzobispo a llamarnos a una nueva misión al darnos un nuevo nombre, y humildemente rendirnos a tu Plan Divino. Envía tu Espíritu y seremos creados, y renovarás la faz de la tierra.
~ Ayúdanos a discernir nuestro nuevo nombre. Emite tu voto aquí. ~
"Durante el tiempo inmediatamente anterior y bastante tiempo después de mi conversión... pensé que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenales y tener la mente fija únicamente en las cosas divinas. Sin embargo, gradualmente aprendí que también se esperan otras cosas de nosotros en este mundo... Incluso creo que cuanto más profundamente alguien se siente atraído por Dios, más tiene que 'ir más allá de sí mismo' en este sentido, es decir, ir al mundo y llevar la vida divina a él.”
¿Cuál es su historia?
Edith Stein nació en una familia judía en Alemania en 1891. En su adolescencia había comenzado a distanciarse de la fe y la religión y, en última instancia, se consideraba atea. Sin embargo, demostró una capacidad impresionante sobre el pensamiento crítico y finalmente se dedicó al estudio de la filosofía. Estudió con los maestros más distinguidos de la época, famosos filósofos alemanes como Max Scheler y Edmund Husserl. Se distinguió por su brillantez y logró crear un espacio académico para ella, lo cual, en su época, estaba exclusivamente dominado por hombres. Estaba fascinada con la dignidad de la mujer y escribió extensamente sobre el tema. Sus escritos han influido profundamente a una visión renovada del feminismo incluso en la actualidad.
La curiosidad de Edith sobre la fe se reavivó cuando vio a una mujer que venía del mercado corriendo a la catedral de Frankfurt para una breve visita al Santísimo Sacramento. “Esto fue algo nuevo para mí”, escribió, notando que la mujer “venía directamente del ajetreado mercado a esta iglesia vacía, como si fuera a tener una conversación íntima con alguien. Fue algo que nunca olvidé”. Años más tarde, en una cena con amigos, se quedó toda la noche leyendo en un rincón, embelesada con la autobiografía de Santa Teresa de Ávila. Cuando concluyó el libro a la mañana siguiente, murmuró para sí misma: “Esta es la verdad”, y un año después fue bautizada en la fe católica.
Edith Stein pasó la próxima década enseñando en escuelas, dando conferencias sobre temas de la mujer y trabajando para asegurarse un puesto de profesora universitaria. Mientras tanto, anhelaba ingresar a un monasterio carmelita y dedicar su vida a la oración. Cuando en 1933, el ascenso al poder por los nazis le impidió enseñar debido a sus raíces judías. Tomó entonces este momento como el tiempo divinamente ordenado para ingresar a la vida religiosa. Ingresó al Convento Carmelita en Colonia, Alemania en 1933 y recibió el nombre religioso de Teresa Benedicta de la Cruz. Su contemplación del misterio del sufrimiento de Cristo en la Cruz marcaria profundamente su vida religiosa
En 1938, la agresión nazi contra los judíos se volvió tan clara que los superiores de la Hna. Teresa la pasaron por la frontera de alemana al Monasterio Carmelita en Echt, Países Bajos. Cuando los nazis ganaron el poder en los Países Bajos, los obispos holandeses denunciaron la violencia contra los judíos. Entonces los nazis aumentaron su persecución como represalia. Edith Stein fue arrastrada fuera de la capilla y arrestada por la Gestapo en 1942, junto con su hermana, que también había ingresado a la vida religiosa. Mientras se la llevaban, se le escuchó decir: “Ven, vamos por nuestra gente”. Santa Edith Stein pereció en las cámaras de gas de Auschwitz el 9 de agosto de 1942. Fue canonizada en 1998 por San Juan Pablo II.
¿Por qué es fenomenal?
Santa Edith Stein es un ejemplo convincente de una mujer que busca apasionadamente la verdad, moviéndose suavemente del ateísmo a la fe. Fue una pionera en asegurar una posición social más alta para las mujeres de su edad y sus ideas son cada vez más oportunas para la conversación de hoy. Después de su conversión, la Cruz se convirtió en el punto central de su espiritualidad y es instructiva para todos nosotros sobre cómo soportar pacientemente el sufrimiento en nuestras propias vidas. También reverenciaba profundamente sus raíces judías y vio en su fe católica como una forma de volverse aún más judía.
Edith Stein nació en una familia judía en Alemania en 1891. En su adolescencia había comenzado a distanciarse de la fe y la religión y, en última instancia, se consideraba atea. Sin embargo, demostró una capacidad impresionante sobre el pensamiento crítico y finalmente se dedicó al estudio de la filosofía. Estudió con los maestros más distinguidos de la época, famosos filósofos alemanes como Max Scheler y Edmund Husserl. Se distinguió por su brillantez y logró crear un espacio académico para ella, lo cual, en su época, estaba exclusivamente dominado por hombres. Estaba fascinada con la dignidad de la mujer y escribió extensamente sobre el tema. Sus escritos han influido profundamente a una visión renovada del feminismo incluso en la actualidad.
La curiosidad de Edith sobre la fe se reavivó cuando vio a una mujer que venía del mercado corriendo a la catedral de Frankfurt para una breve visita al Santísimo Sacramento. “Esto fue algo nuevo para mí”, escribió, notando que la mujer “venía directamente del ajetreado mercado a esta iglesia vacía, como si fuera a tener una conversación íntima con alguien. Fue algo que nunca olvidé”. Años más tarde, en una cena con amigos, se quedó toda la noche leyendo en un rincón, embelesada con la autobiografía de Santa Teresa de Ávila. Cuando concluyó el libro a la mañana siguiente, murmuró para sí misma: “Esta es la verdad”, y un año después fue bautizada en la fe católica.
Edith Stein pasó la próxima década enseñando en escuelas, dando conferencias sobre temas de la mujer y trabajando para asegurarse un puesto de profesora universitaria. Mientras tanto, anhelaba ingresar a un monasterio carmelita y dedicar su vida a la oración. Cuando en 1933, el ascenso al poder por los nazis le impidió enseñar debido a sus raíces judías. Tomó entonces este momento como el tiempo divinamente ordenado para ingresar a la vida religiosa. Ingresó al Convento Carmelita en Colonia, Alemania en 1933 y recibió el nombre religioso de Teresa Benedicta de la Cruz. Su contemplación del misterio del sufrimiento de Cristo en la Cruz marcaria profundamente su vida religiosa
En 1938, la agresión nazi contra los judíos se volvió tan clara que los superiores de la Hna. Teresa la pasaron por la frontera de alemana al Monasterio Carmelita en Echt, Países Bajos. Cuando los nazis ganaron el poder en los Países Bajos, los obispos holandeses denunciaron la violencia contra los judíos. Entonces los nazis aumentaron su persecución como represalia. Edith Stein fue arrastrada fuera de la capilla y arrestada por la Gestapo en 1942, junto con su hermana, que también había ingresado a la vida religiosa. Mientras se la llevaban, se le escuchó decir: “Ven, vamos por nuestra gente”. Santa Edith Stein pereció en las cámaras de gas de Auschwitz el 9 de agosto de 1942. Fue canonizada en 1998 por San Juan Pablo II.
¿Por qué es fenomenal?
Santa Edith Stein es un ejemplo convincente de una mujer que busca apasionadamente la verdad, moviéndose suavemente del ateísmo a la fe. Fue una pionera en asegurar una posición social más alta para las mujeres de su edad y sus ideas son cada vez más oportunas para la conversación de hoy. Después de su conversión, la Cruz se convirtió en el punto central de su espiritualidad y es instructiva para todos nosotros sobre cómo soportar pacientemente el sufrimiento en nuestras propias vidas. También reverenciaba profundamente sus raíces judías y vio en su fe católica como una forma de volverse aún más judía.
“Amar a la Iglesia es no criticarla, no destruirla, no tratar de cambiar sus estructuras esenciales, no reducirla a humanismos, o a horizontalismos y al servicio sencillo de liberación humana. Amar a la Iglesia es cooperar con el trabajo de la Redención por la Cruz y de esa manera obtener la gracia de que el Espíritu Santo venga a renovar la faz de esta pobre tierra, conduciendola hacia su propia consumación, según el diseño del amor inmenso del Padre."
¿Cuál es su historia?
Concepción (“Conchita”) Cabrera de Armida nació en San Luis Potosi el dia 8 de Diciembre de 1862. Conchita fue una niña muy feliz recibiendo con entusiasmo todo lo bello de la niñez. Era juguetona y cariñosa, le gustaba la música y bailar, y seguía a sus padres y hermanos aprendiendo todos los quehaceres de la casa. La vida familiar de Conchita estuvo bellamente bendecida con padres que la criaron a ser muy devota. Se sentía atraída por la fe y a la edad de 15 años ya recibía la Santa Comunión diariamente. Ella cuenta de visiones místicas de Jesús desde una muy temprana edad, compartiendo detalles muy vívidos del Niño Jesús visitandola y jugando con ella.
Conchita conoció a Francisco Armida en una fiesta familiar a la edad de 13 años. Los dos fueron como una pareja hecha en el cielo y fueron novios fieles por 9 años hasta que se casaron en 1883. Ella siempre trató su amor hacia Francisco como una vocación que ayudó a profundizar su unión con Dios y vio su vida familiar como un camino compartido hacia la santidad y hacia el cielo. Durante los diez y siete años de matrimonio, Conchita y Francisco criaron a nueve hijos. Francisco falleció cuando Conchita tenía 39 años y quedó sola para asumir toda la responsabilidad del negocio de la familia y de su hogar.
No importando las ocupaciones de la vida familiar, Conchita fue reconocida por constantemente extraer sus fuerzas de Jesus. Mientras participaba en un retiro el año 1889, ella empezó a experimentar profundamente a Jesús espiritualmente y recibió estas palabras de Jesús: ” Tu misión es salvar almas.” El 14 de enero de 1894, consumida por el deseo de pertenecer totalmente a Jesus, ella pidió permiso a su director espiritual de herrarse con un hierro de marcar caliente, las iniciales JHS (el símbolo del Santo Nombre de Jesús) en su pecho. Empezó a llorar en la pasión de la angustia: “ Jesús, Salvador de la humanidad, salvalos a todos.” Poco después recibió una visión de la “Cruz del Apostolado” que sería el punto de comienzo completo de la espiritualidad para cada uno de los institutos que fundaría después. Fue una inspiración profunda para compartir con la intimidad del sufrimiento de Cristo. Sus experiencias místicas continuaron hasta su muerte en el año 1937. Conchita lo documentó en sus diarios y notas de retiro que han sido preservadas y publicadas hasta hoy día, y que en su totalidad tienen más páginas que los escritos de Santo Tomás de Aquino.
Inspirada por su entusiasmo por salvar almas y su profunda unión con Jesus, que nació a través de la oración, Conchita trabajaría con obispos y sacerdotes para establecer institutos religiosos numerosos, incluyendo asociaciones de fieles laicos, una congregación de religiosas contemplativas y una orden misionera de sacerdotes. Su trabajo promovió un vivir más profundo de nuestro sacerdocio bautismal en fidelidad con la Santa Iglesia y un deseo profundo por la santificación del sacerdocio ministerial. Fue beatificada en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la ciudad de México D.F., el día 4 de Mayo de 2019.
¿Por qué es fenomenal?
Conchita mantuvo un balance perfecto de la sed por la santidad que debe caracterizar a cada cristiano con el amor heroico exigido por el matrimonio y la familia. Su fidelidad inspiró a que un hijo se hiciera sacerdote y una hija se hiciera hermana religiosa. Sus otros hijos y nietos fueron conmovidos por su devoción y ternura. En ambos la oración y el trabajo, demostró una apertura al Espíritu Santo confiando en que Dios la dirigiera a través de cada momento bello y difícil. Su amor por la Iglesia y su entusiasmo por las almas le permitieron forjar nuevos caminos para vivir el Evangelio, incluyendo inspirar a sacerdotes y obispos hacia una fidelidad más profunda. Con los mensajes recibidos de Jesús alentó a los sacerdotes en México a mantenerse fieles a pesar de las persecuciones brutales de ese tiempo.
Concepción (“Conchita”) Cabrera de Armida nació en San Luis Potosi el dia 8 de Diciembre de 1862. Conchita fue una niña muy feliz recibiendo con entusiasmo todo lo bello de la niñez. Era juguetona y cariñosa, le gustaba la música y bailar, y seguía a sus padres y hermanos aprendiendo todos los quehaceres de la casa. La vida familiar de Conchita estuvo bellamente bendecida con padres que la criaron a ser muy devota. Se sentía atraída por la fe y a la edad de 15 años ya recibía la Santa Comunión diariamente. Ella cuenta de visiones místicas de Jesús desde una muy temprana edad, compartiendo detalles muy vívidos del Niño Jesús visitandola y jugando con ella.
Conchita conoció a Francisco Armida en una fiesta familiar a la edad de 13 años. Los dos fueron como una pareja hecha en el cielo y fueron novios fieles por 9 años hasta que se casaron en 1883. Ella siempre trató su amor hacia Francisco como una vocación que ayudó a profundizar su unión con Dios y vio su vida familiar como un camino compartido hacia la santidad y hacia el cielo. Durante los diez y siete años de matrimonio, Conchita y Francisco criaron a nueve hijos. Francisco falleció cuando Conchita tenía 39 años y quedó sola para asumir toda la responsabilidad del negocio de la familia y de su hogar.
No importando las ocupaciones de la vida familiar, Conchita fue reconocida por constantemente extraer sus fuerzas de Jesus. Mientras participaba en un retiro el año 1889, ella empezó a experimentar profundamente a Jesús espiritualmente y recibió estas palabras de Jesús: ” Tu misión es salvar almas.” El 14 de enero de 1894, consumida por el deseo de pertenecer totalmente a Jesus, ella pidió permiso a su director espiritual de herrarse con un hierro de marcar caliente, las iniciales JHS (el símbolo del Santo Nombre de Jesús) en su pecho. Empezó a llorar en la pasión de la angustia: “ Jesús, Salvador de la humanidad, salvalos a todos.” Poco después recibió una visión de la “Cruz del Apostolado” que sería el punto de comienzo completo de la espiritualidad para cada uno de los institutos que fundaría después. Fue una inspiración profunda para compartir con la intimidad del sufrimiento de Cristo. Sus experiencias místicas continuaron hasta su muerte en el año 1937. Conchita lo documentó en sus diarios y notas de retiro que han sido preservadas y publicadas hasta hoy día, y que en su totalidad tienen más páginas que los escritos de Santo Tomás de Aquino.
Inspirada por su entusiasmo por salvar almas y su profunda unión con Jesus, que nació a través de la oración, Conchita trabajaría con obispos y sacerdotes para establecer institutos religiosos numerosos, incluyendo asociaciones de fieles laicos, una congregación de religiosas contemplativas y una orden misionera de sacerdotes. Su trabajo promovió un vivir más profundo de nuestro sacerdocio bautismal en fidelidad con la Santa Iglesia y un deseo profundo por la santificación del sacerdocio ministerial. Fue beatificada en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la ciudad de México D.F., el día 4 de Mayo de 2019.
¿Por qué es fenomenal?
Conchita mantuvo un balance perfecto de la sed por la santidad que debe caracterizar a cada cristiano con el amor heroico exigido por el matrimonio y la familia. Su fidelidad inspiró a que un hijo se hiciera sacerdote y una hija se hiciera hermana religiosa. Sus otros hijos y nietos fueron conmovidos por su devoción y ternura. En ambos la oración y el trabajo, demostró una apertura al Espíritu Santo confiando en que Dios la dirigiera a través de cada momento bello y difícil. Su amor por la Iglesia y su entusiasmo por las almas le permitieron forjar nuevos caminos para vivir el Evangelio, incluyendo inspirar a sacerdotes y obispos hacia una fidelidad más profunda. Con los mensajes recibidos de Jesús alentó a los sacerdotes en México a mantenerse fieles a pesar de las persecuciones brutales de ese tiempo.
“Cuidense, cuidense de nunca cerrarle el corazón a nadie”
¿Cuál es su historia?
San Pedro Faber fue uno de los miembros fundadores de la Sociedad de Jesús ( los Jesuitas). Sus compañeros universitarios fueron San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier (Xavier).
Pedro Faber nació el 13 de abril de 1506, en el pueblo de Villaret, Savoy. De niño pastoreaba el rebaño de la familia en las montañas de los Alpes pero deseaba ir a la escuela. A los 10 años tuvo la oportunidad e ingresó a la escuela. Por ser tan buen estudiante y tan rápido en su aprendizaje, eventualmente ingresó a la Universidad de París. Su compañero de dormitorio, fue Francisco Javier(Xavier). Un poco más tarde le dieron la bienvenida a otro compañero, Ignacio de Loyola. Pedro le enseñó griego a Ignacio e Ignacio se convirtió en el guía espiritual de Pedro.
Pedro (Faber) decidió convertirse en sacerdote y antes de su ordenación, Ignacio lo dirigió en los Ejercicios Espirituales, un retiro de 30 días que había desarrollado San Ignacio de Loyola, para ayudar a las personas a profundizar en su relación con Dios. Pedro(Faber) se convirtió eventualmente en un experto en guiar a las personas por los Ejercicios Espirituales. Aunque duro consigo mismo, Pedro fue muy benévolo con los demás y se convirtió en un director espiritual sumamente dotado, ganando muchas almas para Jesus.
Mientras los primeros compañeros del Padre Faber fueron ordenados como sacerdotes, fue el mismo Padre Faber quien celebró la Santa Misa cuando Ignacio, Francisco Javier (Xavier) y varios más, pronunciaron sus votos como miembros de la Sociedad de Jesús. Ésto se llevó a cabo el día de la Fiesta de la Asunción en el año 1534. Los compañeros deseaban ir a la Tierra Santa para servir a Jesus Nuestro Señor, pero era un tiempo muy peligroso, y el grupo fue prevenido de viajar para allá. Entonces Pedro, Ignacio ,y algunos otros, se fueron a Roma, en lugar de ir a la Tierra Santa. El papa asignó a Pedro (Faber) a la Universidad Sapienza donde se dedicó a dar clases de teología y clases sobre las Santas Escrituras. Años después, Pedro (Faber) acompañó a un representante a los encuentros religiosos entre católicos y protestantes en Alemania después de la Reforma. En Alemania el Padre Faber construyó un diálogo pacifico y trabajó por la renovación de la Iglesia dando atención individual y ganándose, una persona a la vez, guiandolos por los Ejercicios Espirituales.
Entre los años 1544 y 1546, Pedro Faber continuó su trabajo sin descansar en Portugal y España. Durante todos sus años misioneros viajó a pie. Su jornada final se llevó a cabo en el año 1546 en Roma, donde, agotado por sus labores, falleció con San Ignacio a su lado. Pedro Faber tenía solo 40 años.
El Papa Francisco anunció la canonización de Pedro Faber (uno de sus santos favoritos) el día 17 de diciembre de 2013. El día 2 de Agosto se celebra la Fiesta de San Pedro Faber.
¿Por qué es fenomenal?
San Pedro Faber es un ejemplo, de como un círculo de amistad, nos puede llevar a vivir mejor y hasta la santidad. De San Ignacio de Loyola aprendió cómo dirigir a las personas en los Ejercicios Espirituales, un retiro que lleva a las persona a una relación más profunda con Dios. Pedro Faber es un modelo del diálogo, un ejemplo muy necesitado hoy en día en que el mundo está lleno de divisiones, donde la gente grita más que tratar de tener conversaciones útiles y significativas cuando tienen algún desacuerdo. Trabajó tan desapercibido para reformar la Iglesia y los corazones individuales de cada persona, que su historia es frecuentemente olvidada. Nos provee un ejemplo que casi todos podemos seguir - quizás sintiéndonos olvidados mientras trabajamos diariamente para atraer a las personas hacia Dios. Pedro Faber también es el patrono de la paciencia, ya que no fue canonizado hasta 2013, casi 400 años después de sus más famosos compañeros fundadores de los Jesuitas .
San Pedro Faber fue uno de los miembros fundadores de la Sociedad de Jesús ( los Jesuitas). Sus compañeros universitarios fueron San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier (Xavier).
Pedro Faber nació el 13 de abril de 1506, en el pueblo de Villaret, Savoy. De niño pastoreaba el rebaño de la familia en las montañas de los Alpes pero deseaba ir a la escuela. A los 10 años tuvo la oportunidad e ingresó a la escuela. Por ser tan buen estudiante y tan rápido en su aprendizaje, eventualmente ingresó a la Universidad de París. Su compañero de dormitorio, fue Francisco Javier(Xavier). Un poco más tarde le dieron la bienvenida a otro compañero, Ignacio de Loyola. Pedro le enseñó griego a Ignacio e Ignacio se convirtió en el guía espiritual de Pedro.
Pedro (Faber) decidió convertirse en sacerdote y antes de su ordenación, Ignacio lo dirigió en los Ejercicios Espirituales, un retiro de 30 días que había desarrollado San Ignacio de Loyola, para ayudar a las personas a profundizar en su relación con Dios. Pedro(Faber) se convirtió eventualmente en un experto en guiar a las personas por los Ejercicios Espirituales. Aunque duro consigo mismo, Pedro fue muy benévolo con los demás y se convirtió en un director espiritual sumamente dotado, ganando muchas almas para Jesus.
Mientras los primeros compañeros del Padre Faber fueron ordenados como sacerdotes, fue el mismo Padre Faber quien celebró la Santa Misa cuando Ignacio, Francisco Javier (Xavier) y varios más, pronunciaron sus votos como miembros de la Sociedad de Jesús. Ésto se llevó a cabo el día de la Fiesta de la Asunción en el año 1534. Los compañeros deseaban ir a la Tierra Santa para servir a Jesus Nuestro Señor, pero era un tiempo muy peligroso, y el grupo fue prevenido de viajar para allá. Entonces Pedro, Ignacio ,y algunos otros, se fueron a Roma, en lugar de ir a la Tierra Santa. El papa asignó a Pedro (Faber) a la Universidad Sapienza donde se dedicó a dar clases de teología y clases sobre las Santas Escrituras. Años después, Pedro (Faber) acompañó a un representante a los encuentros religiosos entre católicos y protestantes en Alemania después de la Reforma. En Alemania el Padre Faber construyó un diálogo pacifico y trabajó por la renovación de la Iglesia dando atención individual y ganándose, una persona a la vez, guiandolos por los Ejercicios Espirituales.
Entre los años 1544 y 1546, Pedro Faber continuó su trabajo sin descansar en Portugal y España. Durante todos sus años misioneros viajó a pie. Su jornada final se llevó a cabo en el año 1546 en Roma, donde, agotado por sus labores, falleció con San Ignacio a su lado. Pedro Faber tenía solo 40 años.
El Papa Francisco anunció la canonización de Pedro Faber (uno de sus santos favoritos) el día 17 de diciembre de 2013. El día 2 de Agosto se celebra la Fiesta de San Pedro Faber.
¿Por qué es fenomenal?
San Pedro Faber es un ejemplo, de como un círculo de amistad, nos puede llevar a vivir mejor y hasta la santidad. De San Ignacio de Loyola aprendió cómo dirigir a las personas en los Ejercicios Espirituales, un retiro que lleva a las persona a una relación más profunda con Dios. Pedro Faber es un modelo del diálogo, un ejemplo muy necesitado hoy en día en que el mundo está lleno de divisiones, donde la gente grita más que tratar de tener conversaciones útiles y significativas cuando tienen algún desacuerdo. Trabajó tan desapercibido para reformar la Iglesia y los corazones individuales de cada persona, que su historia es frecuentemente olvidada. Nos provee un ejemplo que casi todos podemos seguir - quizás sintiéndonos olvidados mientras trabajamos diariamente para atraer a las personas hacia Dios. Pedro Faber también es el patrono de la paciencia, ya que no fue canonizado hasta 2013, casi 400 años después de sus más famosos compañeros fundadores de los Jesuitas .
“El pastor no puede correr a la primera señal de peligro.”
¿Cuál es su historia?
Stanley Rother nació en Okarche, Oklahoma, el 27 de marzo de 1935. Contaba con una habilidad especial para la agricultura. Sorprendió a familiares y amigos cuando se sintió atraído por el sacerdocio durante sus años de escuela secundaria. Inicialmente lo enviaron a estudiar al Seminario de la Asunción en San Antonio, Texas, pero tuvo problemas académicos y no pudo dominar el latín requerido. Aunque útil para ayudar en los terrenos del seminario, Stanley finalmente fue despedido de los estudios. Al regresar a casa, apeló a su obispo, quien le dio otra oportunidad y lo envió al Seminario Mount St. Mary en Maryland. Fue ordenado sacerdote el 25 de mayo de 1963.
El padre Stanley tuvo algunas asignaciones en la diócesis, incluida la puesta en práctica de su talento para el trabajo manual en la reconstrucción del centro diocesano de retiros. Cuando el Papa Juan XXIII hizo un llamado a los obispos americanos para que enviaran misioneros para edificar la Iglesia en América Latina, el padre Stanley sintió una atracción particular del Espíritu Santo para trabajar en las misiones. Su obispo negó su solicitud original, citando Las luchas de Rother con los idiomas como un obstáculo. Cuando algunos miembros del equipo misionero tuvieron que abandonar las misiones, el padre Stanley repitió su petición inicial y finalmente se le permitió ir. Llegó a Santiago Atitlán, Guatemala, en 1968, comenzando una misión de trece años que se convertiría en el
proyecto de su corazón. Así, entusiasmado con la gente a la que servía, el padre Stanley no solo aprendió español, sino también el idioma tz’utujil nativo de la región. En pocos años, pudo predicar con soltura e incluso trabajó para crear la primera traducción del Nuevo Testamento en tz'utujil. Fue un innovador al servicio de la misión, estableció una estación de radio para la catequesis y un pequeño hospital para atención médica. Al pasar tiempo en los hogares de sus feligreses, cultivando junto a ellos en el campo, Rother pronto se estableció como un pastor amado, completamente dedicado a su rebaño.
La situación política de la época era turbulenta en Guatemala y la iglesia se vio atrapada entre el gobierno y la guerrilla. La Iglesia fue frecuentemente amenazada por insistir en catequizar y educar a la gente. El padre Stanley vio que sus feligreses, sus catequistas e incluso su diácono eran constantemente amenazados, golpeados o asesinados. Entonces su nombre apareció en una de las listas de amenazados de muerte, y tuvo que salir de Guatemala.
Regresó a casa en contra de su voluntad para la ordenación de un primo al sacerdocio en enero de 1981, pero estaba inquieto y se sentía fuera de lugar. Su corazón estaba constantemente atraído hacia su comunidad misionera en Santiago Atitlán, y expresó al obispo su deseo de volver a Atitlán a tiempo para la Pascua. Con gran vacilación, el obispo finalmente le dio permiso, consciente de que probablemente estaba firmando la sentencia de muerte de Stanley. Rother regresó a la misión en abril, consciente de que estaba siendo observado. El 28 de julio de 1981, tres hombres irrumpieron en su rectoría, golpearon al sacerdote y le metieron dos balazos en la cabeza. Toda la comunidad misionera quedó devastada por la pérdida de su pastor, y cuando su cuerpo iba a ser enviado de regreso a los Estados Unidos para el funeral, los tz'utujil pidieron que el corazón del padre lo dejaran allí, y así, el corazón de Stanley quedó bajo el altar en Santiago Atitlán hasta el día de hoy. Stanley Rother fue licenciado en Derecho. Fue beatificado el 23 de septiembre de 2017 en la ciudad de Oklahoma.
¿Por qué es fenomenal?
Licenciado en Derecho, Stanley Rother es el primer estadounidense nativo en ser beatificado como mártir. Su origen humilde y sus habilidades más bien ordinarias fueron elevadas en el horno de la caridad sobrenatural de Dios. Superó tantos obstáculos para permanecer al lado del pueblo de Dios, y su amor y devoción por las personas a las que servía lo llevaron a dar su vida a imitación del Buen Pastor.
Stanley Rother nació en Okarche, Oklahoma, el 27 de marzo de 1935. Contaba con una habilidad especial para la agricultura. Sorprendió a familiares y amigos cuando se sintió atraído por el sacerdocio durante sus años de escuela secundaria. Inicialmente lo enviaron a estudiar al Seminario de la Asunción en San Antonio, Texas, pero tuvo problemas académicos y no pudo dominar el latín requerido. Aunque útil para ayudar en los terrenos del seminario, Stanley finalmente fue despedido de los estudios. Al regresar a casa, apeló a su obispo, quien le dio otra oportunidad y lo envió al Seminario Mount St. Mary en Maryland. Fue ordenado sacerdote el 25 de mayo de 1963.
El padre Stanley tuvo algunas asignaciones en la diócesis, incluida la puesta en práctica de su talento para el trabajo manual en la reconstrucción del centro diocesano de retiros. Cuando el Papa Juan XXIII hizo un llamado a los obispos americanos para que enviaran misioneros para edificar la Iglesia en América Latina, el padre Stanley sintió una atracción particular del Espíritu Santo para trabajar en las misiones. Su obispo negó su solicitud original, citando Las luchas de Rother con los idiomas como un obstáculo. Cuando algunos miembros del equipo misionero tuvieron que abandonar las misiones, el padre Stanley repitió su petición inicial y finalmente se le permitió ir. Llegó a Santiago Atitlán, Guatemala, en 1968, comenzando una misión de trece años que se convertiría en el
proyecto de su corazón. Así, entusiasmado con la gente a la que servía, el padre Stanley no solo aprendió español, sino también el idioma tz’utujil nativo de la región. En pocos años, pudo predicar con soltura e incluso trabajó para crear la primera traducción del Nuevo Testamento en tz'utujil. Fue un innovador al servicio de la misión, estableció una estación de radio para la catequesis y un pequeño hospital para atención médica. Al pasar tiempo en los hogares de sus feligreses, cultivando junto a ellos en el campo, Rother pronto se estableció como un pastor amado, completamente dedicado a su rebaño.
La situación política de la época era turbulenta en Guatemala y la iglesia se vio atrapada entre el gobierno y la guerrilla. La Iglesia fue frecuentemente amenazada por insistir en catequizar y educar a la gente. El padre Stanley vio que sus feligreses, sus catequistas e incluso su diácono eran constantemente amenazados, golpeados o asesinados. Entonces su nombre apareció en una de las listas de amenazados de muerte, y tuvo que salir de Guatemala.
Regresó a casa en contra de su voluntad para la ordenación de un primo al sacerdocio en enero de 1981, pero estaba inquieto y se sentía fuera de lugar. Su corazón estaba constantemente atraído hacia su comunidad misionera en Santiago Atitlán, y expresó al obispo su deseo de volver a Atitlán a tiempo para la Pascua. Con gran vacilación, el obispo finalmente le dio permiso, consciente de que probablemente estaba firmando la sentencia de muerte de Stanley. Rother regresó a la misión en abril, consciente de que estaba siendo observado. El 28 de julio de 1981, tres hombres irrumpieron en su rectoría, golpearon al sacerdote y le metieron dos balazos en la cabeza. Toda la comunidad misionera quedó devastada por la pérdida de su pastor, y cuando su cuerpo iba a ser enviado de regreso a los Estados Unidos para el funeral, los tz'utujil pidieron que el corazón del padre lo dejaran allí, y así, el corazón de Stanley quedó bajo el altar en Santiago Atitlán hasta el día de hoy. Stanley Rother fue licenciado en Derecho. Fue beatificado el 23 de septiembre de 2017 en la ciudad de Oklahoma.
¿Por qué es fenomenal?
Licenciado en Derecho, Stanley Rother es el primer estadounidense nativo en ser beatificado como mártir. Su origen humilde y sus habilidades más bien ordinarias fueron elevadas en el horno de la caridad sobrenatural de Dios. Superó tantos obstáculos para permanecer al lado del pueblo de Dios, y su amor y devoción por las personas a las que servía lo llevaron a dar su vida a imitación del Buen Pastor.
¡Que viva Cristo Rey!
¿Cuál es su historia?
El beato Miguel Pro nacio el 13 de enero del 1891 en Zacatecas Mexico. Ya de niño, Miguel destacaba por su ingenio y su elocuencia. Se sintió atraído por estudiar para el sacerdocio e ingresó a la orden de los jesuitas en 1911. A raíz de la intensificación de la persecución religiosa en México, Pro se vio obligado a abandonar el país y continuar sus estudios en otros lugares. Pasó algún tiempo en un seminario en California, pero finalmente fue enviado a Bélgica para terminar su carrera y esperar la ordenación al sacerdocio. Debido a la situación política en México, sus padres no pudieron asistir a su ordenación sacerdotal, y el Padre Miguel Pro se quedó para ofrecer su primera bendición a una foto de sus padres en el aislamiento de su propia habitación. Reconociendo que vivía relativamente seguro en Bélgica mientras su familia estaba bajo constante amenaza de persecución en su país, Pro comenzó a sentir el deseo de regresar a casa y servir en el ministerio sacerdotal clandestino en su país de origen. Finalmente se le dio permiso y regresó a México en 1926.
El Padre Miguel Pro se entregó generosamente a su comunidad de Veracruz, ejerciendo en secreto casi todo su sacerdocio. Celebraba misas en sótanos o comedores de casas de familia, escuchaba confesiones en secreto detrás de un quiosco del parque. Incluso se vistió de policía para colarse en la cárcel y ofrecer los últimos ritos a los presos que se enfrentaban a la ejecución. A medida que las restricciones gubernamentales se hicieron más intensas, el Padre Pro se volvió más magistralmente creativo al encontrar nuevas formas de continuar con la fe.
Ultimadamente, la persecución vendría a caer sobre él. Acusado falsamente de un complot para asesinar al ex presidente, el Padre Miguel fue detenido junto con sus hermanos y condenado a muerte. A pesar de que los perpetradores reales del crimen se entregaron, la ejecución aún se llevó a cabo. Cuando el Padre Miguel Pro fue llevado a la muerte, se volvió hacia sus verdugos y oró: “Que Dios tenga misericordia de ti. Que Dios te bendiga. Señor, tú sabes que soy inocente. Con todo mi corazón perdono a mis enemigos.” En sus últimos momentos, pidió que le permitieran arrodillarse y rezar, para finalmente levantarse y extender sus manos en forma de cruz, gritando “¡Que Viva Cristo Rey!”. (“Viva Cristo Rey”). El pelotón de fusilamiento apuntó y mató al Padre Miguel Pro en el acto el 23 de noviembre de 1927.
Con la intención de utilizar el evento como una forma de sofocar el fervor religioso de la gente, el presidente Calles ordenó fotografiar la ejecución y la publicó como noticia de primera plana en todos los periódicos. Su plan fracasó y 40,000 personas llenaron las calles para el padre. El cortejo fúnebre del Padre Miguel Pro desafiando las leyes de Calles, con otros 20,000 esperando su cuerpo en el cementerio, todos cantando “¡Que viva Cristo Rey!”
¿Por qué es fenomenal?
El coraje y el celo por Cristo de Miguel Pro era contagioso. Dio lo mejor de sus talentos a Dios y sirvió apasionadamente a su pueblo en tiempos extraordinariamente desesperados. Como sacerdote, no podía imaginarse privando a los fieles de la gracia de los sacramentos, y arriesgaba su vida por cada Misa que celebraba. Sus últimas palabras se convirtieron en un grito de batalla que inspiró a una generación a trabajar por la restauración de la libertad religiosa en México y en todo el mundo. Es el primer mártir cuya muerte fue capturada en una película.
El beato Miguel Pro nacio el 13 de enero del 1891 en Zacatecas Mexico. Ya de niño, Miguel destacaba por su ingenio y su elocuencia. Se sintió atraído por estudiar para el sacerdocio e ingresó a la orden de los jesuitas en 1911. A raíz de la intensificación de la persecución religiosa en México, Pro se vio obligado a abandonar el país y continuar sus estudios en otros lugares. Pasó algún tiempo en un seminario en California, pero finalmente fue enviado a Bélgica para terminar su carrera y esperar la ordenación al sacerdocio. Debido a la situación política en México, sus padres no pudieron asistir a su ordenación sacerdotal, y el Padre Miguel Pro se quedó para ofrecer su primera bendición a una foto de sus padres en el aislamiento de su propia habitación. Reconociendo que vivía relativamente seguro en Bélgica mientras su familia estaba bajo constante amenaza de persecución en su país, Pro comenzó a sentir el deseo de regresar a casa y servir en el ministerio sacerdotal clandestino en su país de origen. Finalmente se le dio permiso y regresó a México en 1926.
El Padre Miguel Pro se entregó generosamente a su comunidad de Veracruz, ejerciendo en secreto casi todo su sacerdocio. Celebraba misas en sótanos o comedores de casas de familia, escuchaba confesiones en secreto detrás de un quiosco del parque. Incluso se vistió de policía para colarse en la cárcel y ofrecer los últimos ritos a los presos que se enfrentaban a la ejecución. A medida que las restricciones gubernamentales se hicieron más intensas, el Padre Pro se volvió más magistralmente creativo al encontrar nuevas formas de continuar con la fe.
Ultimadamente, la persecución vendría a caer sobre él. Acusado falsamente de un complot para asesinar al ex presidente, el Padre Miguel fue detenido junto con sus hermanos y condenado a muerte. A pesar de que los perpetradores reales del crimen se entregaron, la ejecución aún se llevó a cabo. Cuando el Padre Miguel Pro fue llevado a la muerte, se volvió hacia sus verdugos y oró: “Que Dios tenga misericordia de ti. Que Dios te bendiga. Señor, tú sabes que soy inocente. Con todo mi corazón perdono a mis enemigos.” En sus últimos momentos, pidió que le permitieran arrodillarse y rezar, para finalmente levantarse y extender sus manos en forma de cruz, gritando “¡Que Viva Cristo Rey!”. (“Viva Cristo Rey”). El pelotón de fusilamiento apuntó y mató al Padre Miguel Pro en el acto el 23 de noviembre de 1927.
Con la intención de utilizar el evento como una forma de sofocar el fervor religioso de la gente, el presidente Calles ordenó fotografiar la ejecución y la publicó como noticia de primera plana en todos los periódicos. Su plan fracasó y 40,000 personas llenaron las calles para el padre. El cortejo fúnebre del Padre Miguel Pro desafiando las leyes de Calles, con otros 20,000 esperando su cuerpo en el cementerio, todos cantando “¡Que viva Cristo Rey!”
¿Por qué es fenomenal?
El coraje y el celo por Cristo de Miguel Pro era contagioso. Dio lo mejor de sus talentos a Dios y sirvió apasionadamente a su pueblo en tiempos extraordinariamente desesperados. Como sacerdote, no podía imaginarse privando a los fieles de la gracia de los sacramentos, y arriesgaba su vida por cada Misa que celebraba. Sus últimas palabras se convirtieron en un grito de batalla que inspiró a una generación a trabajar por la restauración de la libertad religiosa en México y en todo el mundo. Es el primer mártir cuya muerte fue capturada en una película.
“El amor y el sacrificio están estrechamente vinculados, como el sol y la luz. No podemos amar sin sufrir y no podemos sufrir sin amor.”
¿Cuál es su historia?
¡En menos de 40 años, Gianna Beretta Molla se convirtió en médica pediátrica, esposa, madre y santa! Nació en Magenta, cerca de Milán, la décima de los 13 hijos de Alberto y Maria Beretta, el 4 de octubre de 1922. Cuando era niña, abrazó abiertamente la fe católica de su familia y le encantaba orar. Ella tenía una devoción especial a la Providencia de Dios, viendo todas las cosas como procediendo de la santa voluntad de Dios. En la secundaria y en la universidad, Gianna participó activamente en un movimiento juvenil llamado Acción Católica que buscaba poner en práctica la fe católica mediante el servicio directo a los pobres. El cuidado de los pobres y los ancianos inspiró en ella el deseo de convertirse en médica y usar sus habilidades para cuidar a los que no tenían recursos. Gianna obtuvo títulos en medicina y cirugía de la Universidad de Pavía, y finalmente se especializó como pediatra. Ella esperaba hacer este trabajo como misionera con su hermano, un sacerdote, pero su enfermedad crónica se lo impidió. En cambio, hizo de su clínica pediátrica su misión y vio su trabajo como una expresión de la voluntad de Dios para su vida.
En 1952, conoció al ingeniero Pietro Molla y se casaron en 1955. Abrazó su vocación al matrimonio y a la vida familiar y vio en ella una llamada especial a criar una familia verdaderamente cristiana. En los siguientes cuatro años los Molla tuvieron tres hijos: Pierluigi, Mariolina y Laura. Dos embarazos posteriores terminaron en aborto espontáneo. A pesar de su tristeza, Gianna se entregó a la voluntad de Dios y persistió en su entusiasmo por la vida, manteniendo el difícil equilibrio entre el trabajo, la familia y la fe.
Al principio de su ultimo embarazo, los médicos descubrieron que Gianna tenía un bebe y un tumor en su útero. Aunque permitió que los cirujanos extirparan el tumor, les suplicó que salvaran la vida del bebe que crecía dentro de ella. Advertida de los riesgos de renunciar al tratamiento, Gianna se entregó nuevamente a la Providencia de Dios, confiando en que Él se encargaría de todo lo que necesitaba. Ella insistió en que los cirujanos no realizaran la histerectomía completa que recomendaron, lo que habría matado a su hijo por nacer. Siete meses después, en abril de 1962, Gianna Emanuela Molla nació en el hospital de Monza. La mañana del nacimiento de su hijo, rendida una vez más a la Divina Providencia, Gianna recordó a los médicos: "Si deben decidir entre el niño y yo, no lo duden: elijan al niño, insisto en ello. Salva a mi bebé." Mientras que la bebé Gianna nació sana, la adulta Gianna no sobreviviría. Después de dar la bienvenida a su hija al mundo, Gianna murió unos días después en su casa el 28 de abril de 1962 por complicaciones postoperatorias e infección. Cuando San Juan Pablo II canonizó a Santa Gianna Beretta Molla el 16 de mayo de 2004, su esposo e hijos estuvieron presentes para su misa de canonización. La bebé Gianna pasó el resto de su vida dando charlas y testimonios sobre su madre.
¿Por qué es fenomenal?
A lo largo de su vida, Santa Gianna permaneció convencida de la Divina Providencia de Dios, una conciencia de que Dios nos guiará siempre más profundamente en Su voluntad. Su amor y devoción a su esposo y su familia son admirables. Aunque Gianna hizo el último sacrificio por su bebé, su historia encuentra una profunda resonancia con madres e hijos por igual, ya que todos querríamos pensar en nosotros mismos como totalmente capaces de hacer el mismo sacrificio. Aún así, Gianna no es elogiada por lo que podría haber hecho, sino por lo que hizo. Con gran fe y valentía, Gianna Molla tomó la decisión terriblemente difícil de confiar en la Providencia y aceptar lo que le llegaba de la mano, y esta confianza notable fue lo que permitió a su hija nacer. Frecuentemente podemos desear que estuviéramos en diferentes circunstancias, pero la santidad con frecuencia viene de tomar decisiones difíciles en situaciones malas.
¡En menos de 40 años, Gianna Beretta Molla se convirtió en médica pediátrica, esposa, madre y santa! Nació en Magenta, cerca de Milán, la décima de los 13 hijos de Alberto y Maria Beretta, el 4 de octubre de 1922. Cuando era niña, abrazó abiertamente la fe católica de su familia y le encantaba orar. Ella tenía una devoción especial a la Providencia de Dios, viendo todas las cosas como procediendo de la santa voluntad de Dios. En la secundaria y en la universidad, Gianna participó activamente en un movimiento juvenil llamado Acción Católica que buscaba poner en práctica la fe católica mediante el servicio directo a los pobres. El cuidado de los pobres y los ancianos inspiró en ella el deseo de convertirse en médica y usar sus habilidades para cuidar a los que no tenían recursos. Gianna obtuvo títulos en medicina y cirugía de la Universidad de Pavía, y finalmente se especializó como pediatra. Ella esperaba hacer este trabajo como misionera con su hermano, un sacerdote, pero su enfermedad crónica se lo impidió. En cambio, hizo de su clínica pediátrica su misión y vio su trabajo como una expresión de la voluntad de Dios para su vida.
En 1952, conoció al ingeniero Pietro Molla y se casaron en 1955. Abrazó su vocación al matrimonio y a la vida familiar y vio en ella una llamada especial a criar una familia verdaderamente cristiana. En los siguientes cuatro años los Molla tuvieron tres hijos: Pierluigi, Mariolina y Laura. Dos embarazos posteriores terminaron en aborto espontáneo. A pesar de su tristeza, Gianna se entregó a la voluntad de Dios y persistió en su entusiasmo por la vida, manteniendo el difícil equilibrio entre el trabajo, la familia y la fe.
Al principio de su ultimo embarazo, los médicos descubrieron que Gianna tenía un bebe y un tumor en su útero. Aunque permitió que los cirujanos extirparan el tumor, les suplicó que salvaran la vida del bebe que crecía dentro de ella. Advertida de los riesgos de renunciar al tratamiento, Gianna se entregó nuevamente a la Providencia de Dios, confiando en que Él se encargaría de todo lo que necesitaba. Ella insistió en que los cirujanos no realizaran la histerectomía completa que recomendaron, lo que habría matado a su hijo por nacer. Siete meses después, en abril de 1962, Gianna Emanuela Molla nació en el hospital de Monza. La mañana del nacimiento de su hijo, rendida una vez más a la Divina Providencia, Gianna recordó a los médicos: "Si deben decidir entre el niño y yo, no lo duden: elijan al niño, insisto en ello. Salva a mi bebé." Mientras que la bebé Gianna nació sana, la adulta Gianna no sobreviviría. Después de dar la bienvenida a su hija al mundo, Gianna murió unos días después en su casa el 28 de abril de 1962 por complicaciones postoperatorias e infección. Cuando San Juan Pablo II canonizó a Santa Gianna Beretta Molla el 16 de mayo de 2004, su esposo e hijos estuvieron presentes para su misa de canonización. La bebé Gianna pasó el resto de su vida dando charlas y testimonios sobre su madre.
¿Por qué es fenomenal?
A lo largo de su vida, Santa Gianna permaneció convencida de la Divina Providencia de Dios, una conciencia de que Dios nos guiará siempre más profundamente en Su voluntad. Su amor y devoción a su esposo y su familia son admirables. Aunque Gianna hizo el último sacrificio por su bebé, su historia encuentra una profunda resonancia con madres e hijos por igual, ya que todos querríamos pensar en nosotros mismos como totalmente capaces de hacer el mismo sacrificio. Aún así, Gianna no es elogiada por lo que podría haber hecho, sino por lo que hizo. Con gran fe y valentía, Gianna Molla tomó la decisión terriblemente difícil de confiar en la Providencia y aceptar lo que le llegaba de la mano, y esta confianza notable fue lo que permitió a su hija nacer. Frecuentemente podemos desear que estuviéramos en diferentes circunstancias, pero la santidad con frecuencia viene de tomar decisiones difíciles en situaciones malas.
¡Mira la homilía del padre Bobby compartiendo tres de estas historias con nuestros niños de la escuela!
Compartió las tres historias restantes con ellos durante una asamblea de toda la escuela al día siguiente.